martes, diciembre 05, 2006


A menudo me sorprendo reflexionando sobre el carácter mortal de los seres humanos. En un par de entradas de este blog hablo sobre ese tema. Será porque tengo 23 años y me parece que he envejecido demasiado rápido.

Una de mis teorías y convicciones personales sobre la vida y su sentido, es que desde que el ser humano piensa y tiene memoria, las edades de envejecimiento han ido variando a lo largo de la historia. Así, mientras yo creo haberlo hecho muy rápido para la época en que vivimos, otros para la época en que vivimos no maduran. Cada momento tiene su magia. Cada paso que da el tiempo mide diferente según las personas, según el país y según la ciudad en que viva. Cada paso avanza distinto, por distintos senderos, algunos se encuentran en el camino, otros se enfrentan en él. Y en realidad todo tiene el sentido que uno quiera darle según el momento de embriaguez, emoción, lucidez, desazón, desánimo, esperanza o apatía, según el estado de ánimo de cada uno, medimos el mundo, lo cualificamos, y lo hacemos único y diferente.

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