martes, diciembre 05, 2006


El tiempo, indecoroso hacia sí mismo, ha pasado más rápido de lo que esperaba. Esta es la sensación que me embarga y que he terminado de racionalizar, no obstante, en un recodo de mi fuero interno sé que jamás esperé nada del tiempo sino de las personas, y por no llamar al tiempo por su nombre me olvidé de su existencia.


Los días solariegos pasaron: la Feria del libro con sus escritores corcovados dedicando sus libros cargados de reflexiones, invenciones, anhelos, prejuicios, falsa moral; eruditos unos, místicos otros, proselitistas de su ego la mayoría. Todo aquello está sepultado no por el tiempo sino por la memoria. Hoy hace frío, el primer frío de un otoño tardío, cargado de nubes, de tormentas persistentes a lo largo de varias semanas.

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