martes, enero 13, 2009

Y después de París lo que haya de venir, vendrá. Pero algo habrá, seguro. Y lo que sea tendrá sus días soleados y su lluvia entre medias, sus momentos alegres y tristes, y la melancolía arropará las noches de desencanto con la esperanza de sentir las paredes donde te halles como si fueran tu hogar de siempre. Fuera, en la calle, tal vez se hable la lengua cervantina o la de Moliére, quién sabe si la saudosa de Pessoa o la hiératica de Goethe, la que sea, tendrá su gramática y su semántica no diferirá, salvo matices culturales, de tu lengua natal. Un hi seguirá siendo un salut y hallo, hola, ciao y olá, pero la sonrisa o la indiferencia de quien te lo diga será variable y de ti depende interpretarla. La lengua es lo de menos, verás como la materia de la que está hecha la vida no entiende de raíces sino de sentimientos, y estos son universales. Tu casa será tu casa, independientemente de que sea house o home, la cerveza seguirá siendo tu zumo favorito y las canciones de amor te terminarán suliveyando irremediablemente, sean persas o tailandesas. Tal vez, quién sabe, te quedes allá donde vayas. En nuestro dni pone donde hemos nacido pero, ¿acaso dónde hemos de vivir, y por dónde hemos de caminar, y en qué lugar yacer? ¿qué continentes trasegar, con qué gentes reír, en qué mesas comer, qué labios anhelar? Eres ciudadano del mundo, tu cabeza ha de ir contigo y tu corazón dejarlo sentir libremente. Sin ataduras, sin cortapisas, con paracetamol por si duele. Los veinte sólo se disfrutan durante una década. Sólo uno puede decidir qué quiere ver en ese tiempo. Lo que haga en esa época marcará sus próximos treinta años. El que se embarca, navega por siempre. El que no abandona tierra se mareará en cuando pise un velero, el que vuela querrá alas y el que sueña deberá escribir para contar lo que por la noche ve. Sólo el que permanece impávido, echando raíces, el que no se mueve, el que no contrasta, el que no debate ni pelea por lo que cree, el que no sufre en pos de un bien mejor, sólo ese, y son muchos, somos muchos, la gran mayoría, muere habiendo vivido de menos. Y para vivir menos, ya somos muchos.