viernes, enero 18, 2008

Han pasado más de dos meses sin escribir nada. Dos meses es mucho tiempo para un blog pero poco en una vida.
Uno deja de escribir en un blog por dos motivos fundamentales: la apatía, abulia, desidia de su propia vida, con lo cual no hay nada que contar, o contarlo todo sin decir mucho. Por estar viviendo un periodo excitante, de continuas subidas y bajadas, nuevas experiencias, nuevos campos vitales. En definitiva, por tener tanto que hacer y tan interesante que se dejan de hacer cosas tan banales como contar por aquí qué es de uno.

No entro, por supuesto, cuando uno se gana la vida con esto. Entonces no tiene motivo para dejar de escribir. Podrá hacerlo mejor o pero, pero es el medio a través del cual se gana su sustento.

Una bitácora personal es diferente. Se escribe porque se siente la necesidad de escribir. Aunque no te lea nadie, aunque los que te lean sean tan pocos. Es una ventana abierta. A través de ella puede mirar todo el que quiera, todo el que llegue a divisarla. El paisaje podrá ser más o menos ameno, interesante, aburrido. Un paisaje más. Una opción más.

Uno no puede ni debe ni sería deseable que pudiera, elegir a los visitantes de su blog. Una visita guiada a las tripas de uno mismo. A las alegrías y las miserias. Las virtudes y los defectos - estos más ocultos pero siempre a la vista -. Un recorrido panorámico y detenido entre las pupas y beldades que uno posee. Entre sus miedos y vergüenzas, a través de aquello de lo que presume y de lo que se jacta.
Uno no debe poder elegir la calidad de sus lectores. La calidad de un lector no va reñida con la de la propia persona. Conozco a excelentes lectores que carecen de ese brillo que posee y rebosa toda gran persona. Y viceversa.

En estos dos meses ha sucedido algo singular. Los que nacieron en los 90 ya empiezan a tener la mayoría de edad. Me empiezo a sentir de otra época y aún soy suficientemente joven como para no notar ese desfase. ¿Se habrá acelerado el cambio generacional?

Por último, un apunte. Para los que lean esto. La vida son coyunturas. Uno pasa por distintas coyunturas durante cierto tiempo, ahora estoy viviendo uno de esos tiempos, que no son de crisis ni mutación ni nada similar. Más bien de definición. Y como este blog pasa por ser parte de mí, he de definir qué he de hacer con él. Si seguir o cerrar. Si sigo he de cambiar la línea.
Lo que cuento no me basta a mí para alentarme a seguir con ello. La fórmula - que nunca fue tal - ya me falla. Y eso no puede ser.