lunes, noviembre 27, 2006



Después de un tiempo sin publicar nada en el blog, adjunto este fragmento que escribí hace unos días. Siento ser tan poco prolijo, no consigo sacar más de mí.


Est deus in nobis; agitante callescimus illo
Hay un Dios dentro de nosotros ; cuando se agita nos inflamamos


Ovídio, Fastos 6.5

Nunca pensé que el dolor
llegara a ser adictivo;
siento la libertad más plena cuando
mi alma sufre: soy una laguna
negra que arrastra vanidades a su interior.
En el fondo tiemblo; la certeza
de que este mundo que me construyo

y me construyen es una opción me aniquila.

No es la cadencia de las palabras, no es el ritmo
de la naturaleza, no. Nada. Tal vez no sea nada porque
nada puedo expresar sino un sentimiento
que nace del dolor. Un dolor vivo que me humaniza,
una cuerda de esparto que rodea esa parte de mí
que se agita y que se inflama.

¡Tengo tantas cosas que sentir! ¡tantas funciones que vivir!
tantos papeles que cumplir... y sólo sería feliz cumpliendo
el que sé que no puedo: porque la cama está caliente y fuera
el mundo está oscuro,
inhóspito, frío, gris. Triste.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué foto más chula, Pablo. Qué texto más bello.