(El espejo de la salvación humana)
Una espiral y caigo en ella. Tuve una mala racha, salí de ella. Han pasado dos años, y no quiero pasar de nuevo por otra etapa semejante. Sonrío a diario, trabajo a diario, intento cultivarme a diario. Tengo ambiciones y expectativas, ganas de vivir la vida, pero hay momentos que en un segundo, el mundo se calla, y siento como se hunde encima de mí. Soy yo el remolino y me trago todas las sensaciones, quedando sepultadas detrás de mis carnes que esconden un alma, por un instante ensombrecida, que avanza y retrocede, como la misma humanidad desde que el hombre perdió su inocencia, y con él, la historia misma.
Pero ya me he recuperado, esa nube que me ha oscurecido levemente y por un solo instante, ya ha pasado. Ahora de nuevo puedo sonreír, y la vida pasa sin que me pese. Es tan fácil como hacerme el que sabe que el tiempo corre pero sin prestarle atención, mirando a otro lado para no desesperarme. Me exaspera la mortalidad. Si fuera inmortal sufriría por la inmarcesibilidad de mi carne. Pero soy mortal y me oprime el pecho la idea de que un día – el mañana eternamente pospuesto – ya no sea joven, y que sepa lo que es amar.
Foto tomada de http://bibliodyssey.blogspot.com/
1 comentario:
"Pero soy mortal y me oprime el pecho la idea de que un día – el mañana eternamente pospuesto – ya no sea joven, y que sepa lo que es amar."
Hace mucho tiempo que no leia algo tan bonito. Enhorabuena por tu blog.
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