viernes, octubre 20, 2006



Un caluroso verano chipionero seis años atrás. Atención a la pinta chuloplaya que tengo...

Las casualidades no existen. Eso pienso justo después de que andase pensando sobre qué podía escribir en mi blog. Lo actualizo poco y son pocas las ideas que tengo para hacerlo.Abro el correo y veo uno de mi amigo Edu. Está limpiando su disco duro y me envía un texto que escribí y le envié hace por lo menos seis años.
No es muy bueno pero al menos me sorprende gratamente. Tal vez la emoción de reencontrarme con algo que ni recordaba me hace verlo con otros ojos. Os lo copio a continuación. Al final sigo sin escribir nada, pero comparto con vosotros una pequeña parte de lo que fui a través de lo que escribí.

De repente el cielo se abrió, y lo pude ver, estaba ahí... el secreto, el más oculto secreto y esencia de su ser. Inimaginable a mis ojos pude ver su alma, entrelazada en la esencia de las flores, no comprendí ni comprendo como puede nacer algo así.
Estoy tumbado en mi cama, pensando, intentando saber por qué, cómo lo ha hecho, nadie lo pudo hacer antes, pero... ella es distinta, a todos... y a todas. Es sencillez extrema, paciencia vistosa, cariño receloso, simpatía infantil, ojos color miel, y pelo suntuoso, inimaginable y casi inalcanzable para mí, mortal en alma, su dulce y tierna sonrisa cautiva las miradas, miradas lejanas, miradas ocultas de gentes que no sienten, que no viven, pero ella da vida a todo en cuanto posa su mirada.
Sigo sin explicármelo, sigo sin saber por qué, cómo lo ha hecho, nadie lo pudo hacer antes pero ella... es el ocaso después de la pesadilla, en el que el alma encogida se aferra al destino soñado y sin aceptarlo llora y clama, pero entonces su recuerdo me ilumina, y si está junto a mi... ¡oh!, mi vida no sería la misma, aunque nunca antes fuese igual a lo que será en el futuro. Pienso en el futuro.
¡Qué futuro me esperaría junto a ella!. ¿ puede existir la felicidad sin preocupaciones?, sólo cuando lo sienta lo podré decir, pero... si no tengo preocupaciones, nunca podré quejarme de nada ¡maldito sea el día en que comencé a pensar!, jamás me debieron enseñar, como hoy en día, que es a lo último que se aprende.
En fin, sigo tumbado en mi cama, he quedado en 30 minutos, y la verdad es que no tengo ganas de levantarme, pero... por otra parte...¿ Por qué, cómo lo ha hecho, nadie lo pudo hacer antes, pero ella... ¡ME HA ENAMORADO!.

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