viernes, agosto 04, 2006


Mi primera bicicleta

Las primeras navidades de las conservo un recuerdo nítido son las de 1987. Me regalaron una bicicleta "Motoretta" de color amarillo y un oso de peluche marrón, con un gorro, y una bufanda de color verde y roja. Aprendí a montar en bici, primero con ruedines, y después, leche tras leche, sin ellos. Recuerdo un día de verano que enfilé con la motoretta una calle de mi barrio que desembocaba en un parque de albero delimitado por un pequeño escalón de granito, tenía poca experiencia y no solía correr, así que para experimentar esa dulce flama sevillana a las cinco de la tarde en un mes de verano, empecé a pedalear cada vez más rápido, y más rápido, al final perdí el control, dejé pedalear, abrí las piernas, la bicicleta empezó a hacer zig zag y terminé rebozado como una croqueta amarilla. Hay que decir que estaba sólo y nadie me vio. Me levanté y seguí mi camino, eso sí, mucho más despacio.
Fue la primera vez que fui consciente de que si corría mucho me terminaría cayendo. Aunque eso me siguió pasando con las siguientes bicicletas que tuve.
No recuerdo exactamente qué fue de esa bicicleta. Después tuve una california BMX, que por aquel entonces era lo más. De seguro que quedó arrinconada y terminó en la basura.
El osito de peluche todavía lo tengo, ahora sin gorro, sin bufanda y un poco descosido. Es lo único que conservo de pequeño, nunca he sido de guardar los juguetes, ni las cosas en general.
El osito en cambio me trae otros recuerdos. Todos se remontan a invierno, la época en la que hace un poco de frío en Sevilla. Colocábamos una alfombra roja que teníamos, u otra azul mucho más mullida en el salón, y propio de mi edad (no pasaría los 7 años) me ponía a darle patadas, manotazos, y demás llaves karatekas al oso. Era un flipao de las películas de artes marciales y veía al menos una por día, alguna obsesivamente repetida.
Un objeto conduce a un recuerdo, y este recuerdo a otro recuerdo. Me podría pasar horas escribiendo, pero lo voy a dejar ya. He tardado en empezar porque no sabía que escribir, pero una vez me he acordado de la bici todo ha salido rodado. Por cierto, la foto que adjunto es de la bici que hablo, sólo que la mía era de color amarilla. ¡ Qué recuerdo esos guardabarros y ese sillón que más bien parecía de moto que de bici!

No hay comentarios: