lunes, septiembre 14, 2009


Las flores nacen donde quieren

Lo que tienes que hacer es dejar de fumar. Que te gastas un montón de dinero en el vicio. Si no lo dejas es porque eres muy débil. Con lo que te ahorrarías podrías comprarte ropa... las cremas para la cara. Trabajar un poco menos...

Lorenzo tiene quince años cuando le dice esto a su madre. Es como una letanía. En cuanto ella abre la boca para decir lo cansada que está - queja acompañada por el humo de un pitillo - él se arranca con lo de siempre.
La edad y su falta de perspectiva le impiden ver más allá.
Si apruebo todo, ¿qué me vas a regalar?. Tú estudia, que es tu obligación. Además, yo no tengo que regalarte nada por cumplir tu deber. - Ojos cansados, manos abrasadas a pesar de los guantes -. ¿Quién me regala a mí nada por matarme trabajando? Debería haber dicho ella. Lo que te está matando es el tabaco, malrespondería Lorenzo.

Entretanto, jornadas dobles de quince y dieciséis horas. Limpia que te limpia por la mañana, dúchate en el trabajo, cámbiate de ropa rápido que empieza el cátering. Descarga bandejas de los camiones frigoríficos - niña, tráete esos canapés que se rompe la cadena del frío -, monta las barras libres, adorna las mesas con centros florales, revisa los cuartos de baños, cambia el papel - Isa, date prisa que en media hora vienen los invitados -, hola, buenas noches, hola, buenas noches, hola, buenas noches. La que no tienes tú. Regalas lo que te falta. La ilusión suple, a fuerza de coraje, a la realidad.
Dos, tres, cuatro de la mañana. Muchas carreras, cubetas de plástico llenas de copas de cristal a cuestas, fregona arriba abajo, copas de tres hielos y siete segundos de whisky con Coca Cola, humos de cigarros que no tocan tus labios y palabras desvaídas de borrachos solteros: cinco mil míseras pesetas.

Te tragas el llanto camino a casa en tu ford fiesta. Una imprudencia, cuando se conduce no se ha de beber.

lunes, agosto 10, 2009




Es lo que piensas

cuando hay dolor.

Sin tu presencia

es bastante.



Crac. La arena cede bajo mis pies. El sol en lo alto, rodeado de un cielo tan blanco que ciega. Mañana de agosto en el sur de España. No uso gafas de sol, tengo los ojos guiñados, casi no veo. Para encontrarte no hace falta, te presiento. No sé cómo funciona, la convicción me nace desde el fondo, un impulso que me mueve, cruzo un sendero, atravieso el paseo marítimo, giro la primera calle a la izquierda, transito por la vereda sombría. Llego al mercado, subo el callejón del agua hasta la plaza blanca y me siento en el mismo banco de madera deslustrada de todos los días. Abro el diario y, con los ojos aún entornados y la frente perlada por el sudor matutino de una ciudad portuaria, me dispongo a medio leer las noticias. No han pasado dos minutos y ahí vienes. Despunta una barra de pan de la bolsa de tela que sujetas con tu antebrazo. La cadencia de tus andares me dice que hoy estás de buen humor. Llegas frente a mí y me miras con los ojos bien abiertos. Llevo veinte años diciéndote que te iban a salir patas de gallo de tanto guiñar los ojos por el sol y, mira, ahí están. Mujer, ya sabes que me gusta la claridad, las gafas de sol hacen que se vea todo más oscuro. Y pa eso está la noche. ¿Subes a desayunar? El pan está recién hecho. – Me lo pienso – No, gracias, mejor no. Otro día. ¿Vale? Vale, vale. El brillo de tus ojos se apaga por un segundo, renace en tus labios una sonrisa fugaz. Hasta mañana. Y te alejas.

Tantos años amándote en secreto y sigo sin probar tu pan. A ver si mañana me atrevo.

jueves, agosto 06, 2009

Pienso: la pulsión que me lleva a adorarte no es otra cosa sino la vida.
Actúo: hoy te quiero pero mañana no puedo verte; me acosan mis miedos.
Soy una hipotenusa de razón y sentimiento que forma ángulos
equidistantes entre tu sonrisa y tu amor.
Quiero: que duermas rodeada por mis brazos, que llores en mi pecho. 

me calma y me agita - vida y alma -.
Soy: mitad calma mitad tempestad: remolinos de ventura y desatino.
La verdad es que escribo sobre cómo veo la vida tras haberla vivido - de
sueños están llenos los hogares, no los libros-.




Escribo a escondidas mientras tu nombre se sujeta con dentelladas a mi corazón.

sábado, julio 11, 2009

Siempre decimos que el tiempo es relativo pero nunca decimos con respecto a qué. Si yo digo me pica, todo el mundo me preguntará: el qué. Si yo digo estoy angustiado, alguno preguntará por qué.

Ahora, si en mitad de una conversación suelto que el tiempo es relativo nadie me va a preguntar con respecto a qué. Yo sé que mi jornada laboral pasa rápida a pesar de que paso unas diez horas allí. También que cuando quedo con alguien con quien me apetece quedar las manijas del reloj parecen enlentecerse. Y que a veces un día sin ver a una persona es mucho, demasiado, y otras, en cambio, puede pasar un año y parece que fuera ayer cuando nos vimos la última vez.

El tiempo es relativo según la atención que le prestemos a un acontecimiento, según el deseo que tengamos de que llegue, o que pase, o que permanezcamos en un estado concreto - siempre de vacaciones, siempre enamorados, siempre retozando en la cama con quien queremos -.

También con la intensidad con que vivamos ese momento, o con la intensidad con que esperemos algo. Aquí entran también las expectativas que no es otra cosa que un discurso que nos autoconstruimos, bueno o malo, y que vamos contrastando con aquello que realmente vivimos y experimentamos. Muchas veces estas expectativas, buenas y malas, no obedecen a ninguna razón en concreto, ni nada nos indica que algo deba ser como pensamos en primera instancia.

Alguien nos dice: cuidado, disfruta, prepárate, te aviso, ojo, qué suerte, es increíble, tampoco es para tanto, a mí me encantó, me horrorizó y espeluznó pero a los que iban conmigo ni fu ni fa, y así nos construyen nuestras expectativas. Y esperamos que algo de lo que nos han dicho concuerde con la realidad aunque en el fondo esperemos que no sea así.

Y de aquí nacen fracasos y éxitos. Quien atesoraba altas expectativas sobre un trabajo, sobre una relación o una empresa de cualquier tipo, frente a un par de sombras empezará a desanimarse. Y lo contrario con quien de primeras no esperaba gran cosa y, a pesar de ello, se aventura en cualquiera de aquellas y empieza a valorar lo que se encuentra, algo inesperado.

El tiempo es relativo, por tanto, con respecto a nuestros sentimientos. Anhelamos, deseamos, tememos, nos regocijamos, sufrimos y padecemos, nos angustiamos y nos esperanzamos - va y viene la esperanza y la angustia, vaivén de nuestros corazones -, y todo esto mientras esperamos. Las alegrías, si hablamos del tiempo, no pesan ni pasan igual que las penas. No debería, así pues, suceder lo mismo cuando esperamos una u otra.

Y así, en mitad de un discurso o de una conversación, entre cervezas o sentados en un escalón en mitad de la noche, ante un auditorio de alumnos o haciendo proselitismo entre nuestros allegados, soltamos: el tiempo es relativo.

Y en una esquina del aula, de pie frente a los que permanecen sentados en un bordillo o en el lugar más alejado de un grupo que cervecea vespertinamente salta uno y dice: ¿con respecto a qué?.

Pues con respecto a todo, espeta el interlocutor. Y el mundo sigue girando al mismo compás de siempre.

domingo, abril 19, 2009

And so it is

Como dijiste que sería. Pero hablabas de tus sueños y no de lo que había de venir. Pero, ¿cómo ibas a saber lo que iba a venir si ni siquiera pensabas en el presente? El tiempo pasa rápido, el sentido se camufla en este caudal y sólo, y a ratos, en la soledad soleada de mi habitación pienso en ti.

Los días, sin sobresaltos, suceden simplemente. Pasan y vuelan, sus minutos traen poca sustancia a esta sopa y, casi sin rechistar, mansamente la degluto.

Estoy dejando de escribir y no me sorprende que no me cueste. Hacerlo siempre me ha deparado, entre otros dolores, quebraderos de cabeza. Ahora me preocupan otras cosas e inevitablemente life goes on.

Entre vicios y virtudes voy siendo, voy formado el caparazón con que me resguardaré cuando ya no pueda mudar de piel. Cuando el sol que reciba lo atesore dentro de mí para el resto de días que me quedan. No creo que haya un reloj con mi cuenta atrás, no hay destinos escritos ni vidas definidas.

En muchas ocasiones me he creído sobrehumano, esto es algo inherente a la juventud. Pero la carne se marchita, el cuerpo recibe magulladuras que nos hacen cobrar consciencia de nuestra mortalidad.

El amor no puede crecer en un terreno estancado. Agua, sol y aire limpio son su alimento.

Pienso en ti. Nadie es como tú y tú ya no eres nada para mí.

martes, enero 13, 2009

Y después de París lo que haya de venir, vendrá. Pero algo habrá, seguro. Y lo que sea tendrá sus días soleados y su lluvia entre medias, sus momentos alegres y tristes, y la melancolía arropará las noches de desencanto con la esperanza de sentir las paredes donde te halles como si fueran tu hogar de siempre. Fuera, en la calle, tal vez se hable la lengua cervantina o la de Moliére, quién sabe si la saudosa de Pessoa o la hiératica de Goethe, la que sea, tendrá su gramática y su semántica no diferirá, salvo matices culturales, de tu lengua natal. Un hi seguirá siendo un salut y hallo, hola, ciao y olá, pero la sonrisa o la indiferencia de quien te lo diga será variable y de ti depende interpretarla. La lengua es lo de menos, verás como la materia de la que está hecha la vida no entiende de raíces sino de sentimientos, y estos son universales. Tu casa será tu casa, independientemente de que sea house o home, la cerveza seguirá siendo tu zumo favorito y las canciones de amor te terminarán suliveyando irremediablemente, sean persas o tailandesas. Tal vez, quién sabe, te quedes allá donde vayas. En nuestro dni pone donde hemos nacido pero, ¿acaso dónde hemos de vivir, y por dónde hemos de caminar, y en qué lugar yacer? ¿qué continentes trasegar, con qué gentes reír, en qué mesas comer, qué labios anhelar? Eres ciudadano del mundo, tu cabeza ha de ir contigo y tu corazón dejarlo sentir libremente. Sin ataduras, sin cortapisas, con paracetamol por si duele. Los veinte sólo se disfrutan durante una década. Sólo uno puede decidir qué quiere ver en ese tiempo. Lo que haga en esa época marcará sus próximos treinta años. El que se embarca, navega por siempre. El que no abandona tierra se mareará en cuando pise un velero, el que vuela querrá alas y el que sueña deberá escribir para contar lo que por la noche ve. Sólo el que permanece impávido, echando raíces, el que no se mueve, el que no contrasta, el que no debate ni pelea por lo que cree, el que no sufre en pos de un bien mejor, sólo ese, y son muchos, somos muchos, la gran mayoría, muere habiendo vivido de menos. Y para vivir menos, ya somos muchos.

miércoles, diciembre 31, 2008

Felices 365 días de 2009

Las fechas sólo se eligen a veces. En otras ocasiones, nuestros actos o los eventos que suceden a diario ocurren sin mirar el calendario. Esta entrada tiene un motivo concreto, y la escribo por ser la fecha que es. En una época en la que todo es espíritu de renovación, - tanto para desprenderse de lo negativo que haya traído el 2008 como para mantener y mejorar las alegrías del año- todo el mundo se desea lo mejor. La retahíla de buenos propósitos subyacentes en todos nosotros durante los doce meses del año aflora en estos días que poco se diferenciarán de los próximos.


El cambio, la ruptura, la preparación emocional para dar el salto al próximo año debe gestarse desde mucho antes, los cambios se maduran con el tiempo, y el comienzo de 2009 no debe ser una fuente de frustración si no logramos lo que nos proponemos en un corto plazo de tiempo. El final de 2008 y el comienzo del nuevo año debe ser, ante todo y ante todos los deseos que nos presentemos a nosotros mismos como importantes, el reconocimiento del cambio. La voluntad de cambio es el pilar de nuestro futuro, el esfuerzo diario son las piedras con las que nos construimos. Olvidarnos de nosotros es inevitable en ocasiones, pero saberse encontrar y dedicarse un tiempo para proseguir con nuestro crecimiento y construcción es la mejor inversión que podamos hacer.

Yo os urjo a leer, escribir, cantar, bailar, sonreír, pasear, curiosear sobre cualquier cosa, trabajar y meditar, dedicar tiempo al tiempo, esto es no hacer nada, y medir las cosas por lo que nos conmueven .Compartir. Pensar y razonar con el sentimiento, y mesurar nuestras descabalgaduras de corazón. Beber y compartir el vino, entender la virtud y manejar el vicio, mirarnos al espejo a los ojos y ver como nos miramos al espejo en nuestra pupila. Sabernos poseedores de un Universo entero: nosotros. Somos la mejor arcilla, mejoremos como alfareros.

No dejemos que el tiempo nos haga olvidar nuestra maleabilidad, somos carne y sangre madurada, el tiempo nos da poso, el tiempo nos trae la felicidad.